[Jazbel] Preludio

Sintió los besos ajenos sobre su piel, estremeciéndole y arrancándole un fuerte y dulce sonrojo que cubrió sus pálidas mejillas, a la vez que aquellas manos recorrían su cuerpo con tanta confianza y descaro, pero sin preocuparse en ningún momento por la lascivia y la lujuria que el rubio le mostraba, sintiéndose secretamente halagado y amado.

Las palabras que escaparon de entre los labios de su pareja causaron que su corazón comenzara a latir desbocada y alocadamente, indicando la felicidad que aquella petición le había provocado, mostrándose también en sus brillantes luceros.

Hasta que la muerte nos separe

-Y más allá...

Su voz salió susurrada de entre sus labios, antes de que estos se acercaran a la apagada orbe ajena, besándola con suavidad y dulzura, demostrándole con aquel sencillo gesto cuanto le había llegado a amar en aquellas pocas horas en las que se habían conocido. Segundos después su voz se volvió a dejar oír en un suave murmullo ininteligible para alguien ajeno a Heaven. Simultaneamente, sin que el demonio pudiera llegar a percatarse se había abierto una pequeña herida en su dedo índice de su mano derecha haciendo que algunas gotas de sangre cayeran al suelo, a su vez una bola de agua cristalina, cuyo tamaño superaba ligeramente el de una pelota de tenis, se había acercado flotando a ellos e introdujo varias gotas de su rojizo líquido vital en ella, provocando que adquiriera un místico color rubí que acabó volviéndose plateado después de unos segundos. La deslumbrante agua se dividió en dos, la parte más pequeña rodeó el dedo anular de Jazbel adquiriendo la forma de un anillo siendo primero frío y después cálido hasta que el elemento se materializó en la falange ajena, la bola más grande se perdió entre sus propias ropas, oculta de la mirada del demonio y desapareciendo cuando llegó al pecho ajeno, sobre su corazón, formando un hermoso tatuaje, oscureciendo el tono de su piel, volviéndola tostada, siendo esta la "tinta" de su señal de pertenencia y compromiso. El anillo que lucía su ahora esposo era muy parecido al que el mayor le había obsesionado, pero de trazos más suaves y elegantes, encajando con la imagen de aparente perfección que daba su raza.

Los demonios criaturas peligrosas, guiadas por la pasion de un corazon que vive al limite, fieles hasta la muerte cuando realmente se han entregado, tiempo?, las barreras semejantes no existian para un ser como Jazbel, un dia, cien años, sabia que se habria enamorado igual de ese angel de mirada serena y aire tranquilo, el alma y resplandor que este emitia eran sencillamente agradables y se sincronizaban de forma armoniosa con el demonio plateado.

Las palabras que el no comprendio en ese idioma propio de los angeles, la esfera que se dividio y el anillo que aparecio en su dedo le hizo entender y comprender la compenetracion que ambos, demonio y angel tenian ahora. Se sonreia enamorado, seductor, apretujo aquel cuerpo mas contra el suyo, besandole, entregandose y tomando al mismo tiempo, transmitiendo ese sentimiento, ese calor que recorria su corazon.

-Mio y solamente mio.-

Era capaz de apreciar todo el amor y la entrega que se vislumbraban a través de los espejos del alma de su rubio demonio, llenándolo de calidez y de amor con tan sólo una mirada ajena, haciéndole sentir abrazado, arropado, siendo esta sensación intensificada en cuanto su cuerpo fue estrechamente apresado entre aquellos cálidos y fuertes brazos, sintiéndose realmente protegido, querido.

Las susurrantes palabras pronunciadas por el más alto estaban llenas de amor y posesividad, sonrientes como el rostro de su pareja eterna, arrancándole con ellas una dulce y enamorada sonrisa, ahora oculta por el suave y fornido pecho ajeno, a la vez que disfrutaba del embriagante aroma de su amado platinado.

-Tuyo... Por siempre...

Sus brazos rodearon el torso ajeno, y sus manos se aferraron a la ancha y masculina espalda, estrechando aún más el abrazo que les unía, haciendo que el espacio entre sus cuerpos fuera inexistente, mostrando así sus deseos de mantenerle a su lado, de monopolizarle, aunque no lo dijera en voz alta.

Aprovecho el contacto y la clara diferencia de estaturas, de complexion entre Shinju y el, aspirando delicadamente el aroma que desprendian los cabellos color chocolate del angel, frotando suavemente la espalda de este sin apartarle un solo centimetro lejos de si. Delineo con la mejilla aquel contorno que formaba la cabeza del mas pequeño. Una vez los labios del demonio tocaron la oreja de su pareja le colmo de mordiscos pequeños y lametones suaves.

-Voy a devorarte, mi angel-

Susurro en el oido de su ahora esposo, contorneando al tiempo la cintura; deteniendose en ese caminito para marcar la piel del cuello con los besos que dejaba a su paso en aquel recorrido.

La calidez del mayor le hacía sentir agusto, cómodo, y a la vez anhelar más contacto entre ellos, un deseo que se acabó de definir cuando el más alto de ambos comenzó a torturar su oreja, arrancándole pequeños suspiros, y algún un pequeño gemido cuando la seductora voz del mayor rozó su oído, arrancándole un ligero jadeo al rozarse sus caderas, prendiéndose en sus mejillas una llama rojiza por lo atrevido de las acciones de su rubio demonio. En el momento en el que su cuello fue atacado no pudo más que exponer aún más de su blanca piel, dejando inconscientemente más camino para ser recorrido por su pareja, a la vez que sus manos se aferraban un poco más a las ropas del más grande, y sus orbes avellanas se entrecerraban, algo nubladas por las nuevas sensaciones que recorrían su cuerpo.

Quemante sensacion, su pecho ardia y titiritaba por el deseo, aquel cuerpo que se amoldaba tan perfectamente al suyo, la quimica era innegable, sabia que las almas gemelas existian y su contraparte estaba justo en sus brazos en la forma de un dulce angel.

-Naciste para mi... como yo lo hice para ti... neh?.-

Las manos se deslizaron por la cintura, acariciando aquel pecho que se presentaba apetitoso bajo toda esa ropa, en que padecia de la lujuria, que se sabia saciado y nada sorprendido por las reacciones de su cuerpo y los ajenos estaba experimentando sentimientos y sensaciones que jamas penso imposibles, se sentia duro con un solo toque, ansioso y deseoso con la sola idea... el verlo, tocarlo, saborearlo, le crearia mas placenteros momentos? estaba ansioso y su corazon palpitaba locamente conforme las manos se paseaban por encima de aquellas ropas.

Miles de nuevas sensaciones recorrían su cuerpo virginal, jamás explorado por otras manos, sintiendo pro primera vez el deseo y el anhelo quemar su piel a pesar de que todos los toques proporcionados por aquellas manos fueran por encima de sus ropas, dejándole jadeante y con el corazón desbocado, que le pareció que le iba a salir de su pecho en cuanto la seductora voz de su pareja llegó a sus oídos, con aquellas dulces palabras que le dejaron sin aliento, provocando que su mirada, relampagueante por todo el deseo y el placer que la sola cercanía con Jazbel le hacía sentir, se volviera completamente amorosa, dulce y entregada. Sus pálidas manos, que habían estado aferradas a los ropajes ajenos se alzaron y enmararon el rostro del mayor, haciendo que le mirase, y que pudiera deleitarse con todo el amor y felicidad que el más alto era capaz de causarle.

-Nací... Solamente para ti...

Su voz fue un simple susurro, cargado de sentimientos, mezclado con el dulce placer que el rubio platinado era capaz de hacerle experimentar, antes de que acercara sus labios a su amante, dándole el beso más dulce, tierno y anhelante que pudieran llegar a soñar, mientras sus manos se enredaban ahora entre las finas hebras del cabello ajeno, y su cuerpo entero se pegaba completamente al de su compañero, eliminando toda distancia que pudiera haber entre ellos, alimentando el fuego que les devoraba por dentro.