Él dice, ella dice

Ni siquiera iba "mal vestida", dígase, nada demasiado escotado, nada demasiado escaso... y aún así. Era como si hubiera personas que simplemente supieran distinguir, aun a la distancia, su oficio.

Él dice, ella dice... A veces le asustaba pensar que esas palabras llegaban a oídos de sus pobres padres que nada de culpa tenían de... nada. Él dice, ella dice... todos dicen un montón de cosas que realmente no saben, ni pueden saber, y si... si saben, ¿no deberían ser ellos los avergonzados?

Quiso apresurarse a cruzar la acera para llevar los víveres a sus padres, cuando chocó con alguien por mirar al suelo.

"Lo siento"

Andaba caminando por allí con tranquilidad debido a que no había miedo de ser atacado en el nido de los demonios, aunque aun que quisieran hacerlo seguro que muy pronto se arrepentiría de eso, bueno era muy niño por decirlo de alguna forma, pero era sencillamente porque no se daba conocer debido a limitaciones que le ponía su padre para que no destruyera más de lo normal.

Sintió un roce contra de él que fue más como si alguien lo empujara, cuando enfoco a esa persona su carmín pudo dibujar al demonio frente suyo, la miró sin mayor importancia porque bajo la vista como si buscara aquello que sonó que al parecer era un frasco que llego a resbalar para destruirse.

“¿Mermelada?”

Sólo había cerrado los ojos cuando escuchó el sonido del cristal quebrándose, sintiendo como algo de eso salpicaba sobre sus sandalias.

Miró el contenido derramado y como al parecer algo de eso había manchado también el pantalón ajeno.

"Lo siento, los siento, de verdad, no fue mi intención" se apresuró a pedir perdón, sin sentirse capaz de levantar la vista mientras buscaba algo con qué limpiar la ropa del otro "he sido una tonta, no miraba por donde iba, lo siento"

Se agachó, apunto de limpiar los zapatos del otro. Era una mestiza de mestizos, después de todo, su rango, seguro, era el más bajo de todos y estaba acostumbrada a servir así. De rodillas.

"Lo lavaré de inmediato"

La escuchó disculparse más de una vez, eso le causo de cierta forma gracia, se rió a notar como se encontraba, bueno, debía dejar de reír para poder hablar, realmente no le importaba ensuciarse.

"Esta bien, igual no era como si me importara mucho este pantalón."

Dijo esperando que se levantara, miró alrededor buscando una tienda.

"Acompáñeme a esa tienda iremos a comprar ropa nueva, aunque bueno espero que haya algo lindo, luego no hay cosas tan perfecta como yo, bueno, eso es normal si tomamos en cuenta que soy unico."

Las risas sólo lo ponían más nervioso, como algo que pronosticaba próximos castigos o tener que hacer algo que para él era desagradable sólo porque a su cliente le agradaba.

Cerró los ojos casi esperando lo que fuera... menos algo como eso en respuesta, y si alzó la mirada fue más por la duda, porque a Xaver le sonaba a que podía ser algo sarcástico o no, nunca lo sabía a ciencia cierta.

"Ah... es... sí, claro... cómo usted diga" se puso de pi con las bolsas en las manos, bajando la mirada. Debía llevar las cosas a su casa, pero mejor obedecer por ahora, además no había mucho que pudiera echarse a perder entre las cosas que había comprado. "Espero que mi señor encuentre algo de su agrado..."

"Ya veremos, aunque según he escuchado las tiendas por aquí son peculiares respecto a gusto se refiere... Si es así espero que realmente haya cosas únicas e interesantes."

Comento mientras andaba hacia aquella tienda que había decidido, viendo a los alrededores también para notar todos los establecimientos, bueno no había pensado terminar así, pero por el momento se divertiría por mientras sólo hacer que le acompañara ya se pensaría algo más para estar completamente tranquilo sobre aquella mancha aunque no era nada en realidad.

"Tal parece tiene fama por aquí"

Dijo el comentario cuando la puerta del establecimiento se abría y el entraba viendo aquel golpe de moda, una variedad llamativa, decidió ver cada prenda para notar algo interesante.

"Lo son... tienen muchas cosas... curiosas, únicas"

Sonrió, sintiéndose un poco menos tenso, caminando justo detrás del albino, hasta que escuchó eso último.

"Es..." se calló de inmediato viendo el interior de la tienda como algo un poco abrumador, como la puerta que se había abierto frente a él, y se adentró con suavidad en ella, bajando de nuevo la voz. "¿Disculpe?"

"Los demonios no somos los seres más discretos del mundo."

Sólo menciono sin decir nada referente a lo que le hacía dejar el primer comentario, sólo se movió entre aquellas prenda, dándole vuelta a los giratorios por si algo atraída su mirada, pero por ahora nada era tan llamativo como para desear provocarlo, sólo siguió su propio andar por el momento sin que nadie lo molestara, no se acercaba a preguntarle "¿Podemos servirle en algo?" ni algo cercano a eso, estaba claro que el príncipe demonio se reservaba las cercanía cuando buscaba cosas que usar o adorna su espacio vital.

La respuesta lo dejó algo confuso, pero no se atrevió a preguntar de nueva cuenta, sólo dejó sus compras en un lugar cercanas a él en el piso para acercarse al albino y sonreír amable, aunque un poco nervioso aún.

"¿Desea que le ayude en algo? Puedo cargar los conjuntos que le agraden, o puedo buscar algo que pueda ser de su gusto, algún color, una talla. Estoy a sus ordenes, mi señor..."

"Hasta ahora no me ha gustado nada."

Contesto alzando la vista hacía aquellos conjuntos que se alzaba en un maniquí alto para que luciera por arriba de los giratorios y de aquellos que estaba en discretos estantes que hacía sólo la reserva de poner lo exhibido en variedad. Una mezcla de tallas y colores para dejar a gusto de cualquiera en un acceso rápido antes de auxiliar.

"Algo claro, hoy no me apetece nada oscuro."

"Algo claro..." asintió, mirando la fachada del demonio, pensando en qué estaría bien, que iría con ese mismo estilo y que fuera... especial, como parecía que él lo deseaba.

Quizás no era algo que ya estuviera hecho, quizás sólo era cosa de armar un conjunto especial... Tomó un par de camisas y otros pantalones, pero también algunos adornos, unos metálicos, otros más suaves, como mascadas y bufandas y los dispuso en unas sillas que veía por allí, mezclando unos y otros, en uno en particular, adornando con una cadena medianamente gruesa una bufanda clara, como si se envolviera. Pero cuando se hizo hacia atrás notó que muchos de esos conjuntos tenían un sentido más... ad hoc con lo que había en el prostíbulo, ¿se enojaría el señor si los veía?

"Tal vez... no esté bien..."

Se sonrojó un poco y lo miró de vuelta.

"¿Le gusta algo de aquí?"

Al parecer por fin algo llamo su atención, lo tomo sólo para no olvidarse de su elección aunque casi era seguro que lo dejaría por allí botado cuando viera algo más interesante, volteo hacía aquella persona cuando lo escuchó pasando a ver lo que parecía haber estado haciendo, camino lento hacía ese punto sin perder detalle de la mezcla que creo dando por entendido el estilo marcado.

"Que curioso, veo que tus gustos están influenciado, pero nada mal."

Decidió probarse una de esa mezcla, bueno estaba claro que como príncipe no se reservaba en vestir cosas discreta si no la desea así que no le importaba sólo hacerlo por curiosidad de ver como le quedaba.

"Lo siento..." se disculpo de nuevo, aunque, también una parte de él se puso contenta cuando al albino pareció gustarle algo, un poco.

Era una especie de halago muy pobre, pero para él era mucho, suficiente para hacerlo sonreír.

"Puedo intentar otros estilos, si gusta, con una pista vasta..."

Le gustaba como le hablaba él, ¿se habría dado cuenta ya de su extraña mezcla? Si no, estaba bien también, se estaba sintiendo realmente a gusto. Parecía una buena persona.

"Mi señor... perdone mi indiscreción, ¿podría saber el nombre de mi señor?"

"Mm eso sería entretenido pero lo es más cuando no hay ninguna."

Declaro con tranquilidad en señal de que todo se limitaba en un juego, pero también su propia calma podía deja ver que era serio con lo que pasaba y eso sólo llevaba al termino de la confusión, de destacar una vez más la peculiaridad del príncipe, sonrió mejor dicho casi rió a escuchar aquella duda no espero eso, bueno no era extraño para el que casi todo el mundo lo conociera, pero cuando no era así siempre le sorprendía causándole gracia.

"Kitsune Shida"

Inclinó ligeramente su cabeza a un lado con un gesto de duda...

"Pero eso sería más tardado..." susurró muy bajo para ella misma.

Negó sus pensamientos y decidió a ponerse a buscar ropa, hasta que escuchó la risa del joven demonio al que volvió la vista, aún más confundida... aunque la confusión de volvió sorpresa y hasta miedo cuando supo de quién se trataba realmente.

"Ah... ah... mi..." ¿el príncipe! Iban a matarla, y no podían matarla, ella era todo el sustento de su casa y... se inclinó asustada, casi temblando "mi señor, lo siento, ¿desea que haga algo por usted? ¿Algo más?"

Casi no sabía nada de política, ni los gobernantes ni... nada. Era una rosa, hermafrodita, que había sido ocultada en un par de cuartos y todo de ella había transcurrido en el paso de un jarrón a otro, sin saber mucho de nada. Ni lo más esencial.

Volteo a verla cuando pareció escucharla, pero decidió que no era nada así que mejor era continuar hasta que de nuevo resonaba esa voz preocupada, no podía evitar la risa que le provocaba, no era por malo pero, esa era unas de las reacciones más divertida de todos esos tiempos, estaba entretenido y eso era suficiente para que pudiera perdonarla.

"No nada, puede andar con calma no pienso causar su muerte, si hubiera deseado eso sólo lo hubiera hecho."

No sabia si el príncipe era clemente o si era terriblemente cruel en sus palabras, ¿qué le hubiera quitado la vida de querer hacerlo? Sí, pero…

Casi le temblaron las manos antes de que pudiera asentir.

"Si desea que lo ayude a vestirse, mi señor debe estar acostumbrado a mejores tratos y a las siervas y siervos del palacio. Puede disponer de su sirva como más desee"

"Si, estoy acostumbrados a tener a todos a mis servicios, pero también puedo hacerlo solo..."

Declaro con una sonrisa, decidió seguir sus pasos hacía los probadores, esa personaje era muy curiosa, se preguntaba como sería su mundo, no tenía especial interés en realidad, pero la curiosidad era la curiosidad, los mundo de los de abajo y los nobles era muy diferente.

"¿Cuénteme sobre su vida?"

"¿Mi... vida?"

Bueno, eso lo había tomado por sorpresa, y también lo había sonrojado un poco.

"Mmm... pues... me llamo Xaver Zina... tengo 26 años y soy hija de mestizos... mmmh... vivo con mis padres, los mantengo y cuido de ellos, cuando no estoy trabajando. De niña fui muy enfermizo, e hice a mis padres gastar mucho en mí, pero ya no. No estudié, pero sé leer y escribir un poco. Empecé a trabajar cuando tenía 16... Ahh... soy vegetariana, porque la carne es muy cara... mi señor..."

Se avergonzó de haber hablado de precisos en presencia del príncipe y temió que lo tomara como reclamo, pero continuó, tras un suspiro, algo resignada, dejando caer dos mechoncitos negros frente a su rostro pálido.

"Trabajo en un prostíbulo, mis padres no lo saben, creen que atiendo a viejos demonios ricos por las noches, cuando sus enfermeras están más cansadas... quisiera otro trabajo, pero éste es el único en el que gano lo suficiente. El familiar de mi padre me protege y la sangre de ángel que había en mi madre me ayuda a no enfermar tanto... mmm... ¿hay algo más desee saber?"

Oía atentamente lo que contaba, era una vida, normal, se preguntaba si todas las vidas serian de aquella forma, bueno ya andaría curioseando en alguna otra oportunidad, por ahora parecía satisfecho con aquello que escuchó, entro al vestidor que se hallaba vació, era amplio y discreto que no dejaba a relucir gran cosa en realidad, suficiente para permitirse los cambios y colgar la ropa en pequeño soporte por ultimo un espejo.

“Oh, tu vida es interesante a su forma… No hablo muchos con mestizos.”

Le comento invitándolo a pasar con el mientras se cambiaba.

“Aunque doy muchas vueltas en la ciudad y los conozco, poco se digna a contar su vida, realmente no se porque la oculta es divertido que demuestre lo que han pasado…”

Miró sus compras, no debía dejarlas sin vigilancia, pero el príncipe le pedía entrar con él y, aunque si lo abochornaba un poco, no podía decir que fuera algo a lo que no estaba acostumbrado.

Tomó las bolsas rapidamente y se la dejó a la encargada de la tienda como un favor, esperaba que porque lo vieran con el príncipe le tuvieran consideración. Después, se dirigió al vestidor, pensando que seguro si querría ayuda, o una opinión tal vez.

"Bueno, los mestizos... estamos acostumbrados a no ser los más queridos, mi señor... Para muchos, ser mestizo no es algo de lo que crean que pueden enorgullecerse. Quiero decir, los que son más fuertes a veces prefieren fingir que son nacidos para buscar que les den mejores trabajos y... está lo de siempre, Su Alteza, los mestizos con sangre de ángel temen la discriminación"

“Mm. Con que es así, bueno no veo la circunstancia, es decir, es verdad que los puros tenemos más poder…”

Comenzó a decir dejando sus prendas en un costado pasando a tomar unos de aquellos saco que se veía lucir algo ajustado, colocándoselo con cuidado mientras se acomodo su cabello que siempre se colaba entre las prendas por el largo.

“…Y cierto que la sangre sigue dando la pureza de linaje, pero ser un mestizo tiene sus ventajas, debido a que no sólo obtiene el poder de una raza si no de dos, aunque bueno… En algún momento eso se vera y serán mas estimado.”

"Oh... así que... ¿eso es lo que usted piensa? ¿qué los mestizos estamos... bien?"

En realidad le sorprendía escuchar del mismísimo príncipe aquello.

"Pensé que eran los de la realeza los que..." se quedó pensándolo. "Mi señor, los mestizos estaríamos más orgullosos de nuestro linaje si más personas pensaran como usted. Pero para muchos somos sólo una... mezcla inferior. Y son esas limitaciones las que nos avergüenzan"

"Si, no pienso lo contrario, de hecho algunos de mis soldados son mestizos, aunque claro que antes de llegar conmigo tuvieron que pasar un camino difícil pero eso le hizo más fuerte, ahora puedes presumir del merito de servirme por sus propia virtudes y no por el escudo de su familia."

Declaro, viéndose en el espejo, se había puesto el conjunto que había hecho aquel personaje, era en realidad una forma peculiar de vestir, en la zona roja quedaba perfecto seguro que tan llamativo como aquellos que tentaba a los inocente que perdía su camino le gustaba.

"Los nobles siempre desearan resguarda sus títulos pues sin ellos no tendrán podre, pero realmente aunque tengan poderes no sirven de mucho, un noble no desea ensuciar sus manos por su reino, sólo manda a los sirviente, entonces eso quiere decir que los que realmente vale son los mestizos, los nacidos, Aquellos que ellos creen inferiores, siendo así, entonces a mi de que me sirve un puro, es por eso que prefiero ver a aquellos que realmente desean hacer una diferencia."

"Se le ve muy bien, mi señor"

Comentó sobre la ropa, bajito, sintiéndose un poco abochornado por lo que decía el príncipe. ¿Entonces tenían más oportunidades de... algo?

"¡Pero...!" se censuró a sí misma poniéndose una mano sobre los labios y luego liberándolos de nuevo. "Mi señor... ¿me permitiría trabajar para usted? No soy muy fuerte, realmente no tengo casi nada de magia, pero... lo que necesite, lo aprenderé. Haré lo que usted desee si... si me saca del prostíbulo. No conocerá fidelidad mayor de la que yo puedo darle"