Su expresión se tornó a una de repulsión, como si lo que ahora contemplara fuera lo más bajo, lo más decandente y lo peor a lo que cualquier ser pudiera llegar.
"Qué estúpido... Al parecer ni en está vida aprendiste. No, eres aún peor, mucho más desagradable, porque ofrecer tu vida para pagar los pecados de la otra, qué repugnante, qué patético..." se dio media vuelta, asqueado, pero mirándolo sobre el hombro "Un ángel que se las da de sacrificado cuando todo lo que dice amar, son sorprendente facilidad, lo deja ir para que sufra en soledad. Para enamorarse de un ser tan vil cómo tú, el pecado debe ser realmente grande si merece ese castigo."
Expandió las alas y se rodeó en ellas para desaparecer su figura en un parpadeo, sólo con una última frase para ir directo a la cabeza del ángel.
"Deberías hacerle un favor al otro demonio y matarlo antes de que le hagas hacer promesas a las que lo dejes atado"
Le haría saber, cada vez, poco a poco, a ese ángel, lo poco merecedor de amor que era.