A la espera...

Sonrió contemplándolo tranquilo, aunque una ligera ansiedad que había estado guardando se reflejó en sus facciones...

Rogó a Solei en silencio porque esa noche no lo asaltaran las pesadillas, casi con un mudo desespero. Generalmente estaba bien, estando solo podía con ello pero... no quería que Nayi viera esa parte de su hermano mayor. Una noche, sólo una noche.

Suspiró antes de cerrar finalmente los ojos, buscando conciliar el sueño que a veces sentía tan esquivo... pero apenas cayó en la inconsciencia las imágenes, las sombras, los gritos y la sangre. Todos juntos, en un destello hacía él como quien fuera a devorarlo, con esa latente sensación de miedo, de aprensión y... esa sonrisa.

Tembló tratando de convencerse de que... había un buen motivo para que su señor no hubiera escuchados sus suplicas. Y lejos de las pesadillas que encerraba su cabeza, sus ojos cerrados derramaron silenciosas lágrimas sobre la almohada.

Sus ojos se abrieron en el mismo instante que sintió el roce ajeno y, aunque sus manos no tardaron en generar pequeñas chispas en reacción, tuvo la suerte de que su conciencia llegó a tiempo para recordarle el lugar donde se encontrada y con quién, pero ni siquiera se atrevió a bajar la mirada a donde esta el pequeño sacerdote.

Su mano derecha, aun con esas chispas azules a su al rededor se dirigió a propia boca de inmediato para callar cualquier sonido, fuera sollozo o grito, pero su pecho no dejaba de moverse como hipando, y su cuerpo no dejaba de temblar en esos horribles escalofríos que le hacían sudar frío.

Los pensamientos, las imágenes que venían cada que cerraba los ojos, debía bloquearlas y sellarlas todas antes de que escaparan al empático angelito a su lado... Nadie debía... ver eso...

Las lágrimas cálidas se confundías con las gotas del sudor frío y aunque trataba de bloquear cada emoción y sensación en su pecho, aunque lo lograba, las lágrimas no dejaban de correr. Y el no deseaba despertar a Nayi.

El contacto extra lo hizo estremecerse, aun cuidando sus labios para no dejar escapar nada y conteniendo sus poderes para no reaccionar de forma violenta.

La cercanía que en otras ocasiones encontraba agradable ahora lo hacía quedarse frío, con esa sensación desagradable en el estómago, como quien desea vomitar y... lo hacía, quería volver el estómago cuando su cuerpo sólo relacionaba el tacto con el de las pesadillas.

Lo sintió moverse, despertando y lo más que atinó a hacer fue sentarse en al cama, en el borde, para darle la espalda, aunque sus hombros se podían ver temblar levemente mientras trataba de restringir las reacciones de su cuerpo, limpiándose el rostro con la manga de su prenda, tratando de respirar hondo para calmarse.

"¿Mmh?" sólo pudo dar un pequeño sonido en respuesta al no fiarse de su voz por momentos, que después salió realmente baja y algo frágil... "lo siento... ¿te desperté?"

Tardó un poco, pero al final asintió.

Tras respirar hondo se sintió capaz de voltear para ofrecer una pequeña sonrisa al menor.

"Sólo tuve un mal sueño" admitió, tratando de restarle importancia, porque... sólo había sido un mal sueño.

Su expresión se suavizó realmente enternecido por el ofrecimiento del pequeño sacerdote al que asintió ligeramente sin poder confiar ya más en su voz, acomodándose un poco más cerca de él.

"Eso... ayudaría. Me gustaría"

Eso podía calmarlo, de niño había sido lo único... además de él.

Entra la voz de su hermano y la letra de la canción...

Tuvo que respirar hondo para contener el sentimiento de su pecho. Se acercó a Navy y lo rodeó con los brazos por su cintura, recargando suavemente su cabeza en el pecho del menor, escuchando el resonar de su suave voz en su diafragma, su corazón latiendo acompasado...

Volvamos antes de la guerra...

"Gracias..." Separó los labios antes de juntarlos de nuevo para sonreír suavemente, sintiendo un nudo en la garganta que no sabía que le dejaría hablar. Eso, la voz de sus hermanos, sus canciones, era la verdadera luz sanadora para él, la que parecía tener más magia, que tal vez en lo físico no podía hacer mucho pero, para todas esas heridas internas, eran la única medicina realmente efectiva. "También... me gustaría... cantar algo, para arrullarte ahora que te desperté..."

"Eres... tan dulce..."

Susurró casi sin notarlo, cerrando los ojos, deseando permanecer un poco más así, resguardado en el alivio que podía ofrecer ese abrazo, esa dulces voz llena de buenas intenciones, pura e inocente...

"Tu sola voz... podía ahuyentar a todos los espectros"

Una parte de él deseo contestar al instante, decirle que lo hiciera, que cantara siempre para él, pero la hizo callar antes de que se hiciera escuchar, sólo disfrutando de esa paz momentánea, restregando un poco su rostro contra la ropa del menor, percibiendo el aroma de los jabones de Heaven, de flores y el mismo aroma de Navy...

Luego se detuvo a sí mismo, más bien escondiéndose de una mirada acusadora invisible...

"Gracias... creo que ahora me será más fácil dormir"

Sonrió, acomodándose también, aunque quizás no podía decirlo son la seguridad con la que lo hacía Nayi.

"Eso esperemos, para ambos, sólo dulces y agradables sueños"

Sintió el beso y correspondió ese "descansa" en un murmullo, pero el remplazo del silencio por ese suave tarareo lo sorprendió un poco y, a la vez, le llenó de un sentimiento que hacía rebozar de alegría su corazón, que lo hacía sentir cuidado, sanado, como si la magia blanca le rodeara con una fuerza mayor que la de un escudo de protección o si fuera tratado con magia para ser sanado.

No dijo nada más, sólo dejó abrazar, agradecido por esa cercanía tan especial y el cuidado que ahora recibía de uno de sus hermanos...

Por eso, por relaciones como la suya, estaba convencido de que así debían vivir todos los ángeles, como hermanos que pudieran cuidar los unos de otros. Su utopía era la tierra en donde no hubiera más que ángeles puros.

El sueño cayó sobre el lentamente como un manto protector, sumando a la serenidad que conseguía estando en ese pequeño abrazo con Nayi...

De allí a despertar de nuevo, no habría más pesadillas.