¡Ruido!

"Desear... es una palabra fuerte"

Concentrarse en el camino, ¿qué era eso? ¿quién podía con esa monada tocándote así, lamiéndote, masturbándote.

Su mano apretó con más fuerza el volante, pero su pie se contuvo de acelerar más. Mientras, su otra mano era más atrevida y dejaba que un segundo dedo acompañara al primero en su exploración del interior del principito. Su concentración realmente se estaba muriendo poco a poco.

"Hn... Pero no me molestaría... que te apuraras un poco, princesa"

Relamió sus labios a escuchar aquellas palabras casi como si delinear para darle un brillo tentador, arqueo su espalda levemente a sentir aquel dedo profanar su ser haciendo que la presencia de aquello dígitos fuera más vivido, se había pegado más contra el cuerpo ajeno y su mano sobre el siento apretó casi remarcando en ese material duro sus uñas.

"...Cuando me piden eso... Me tientan a ser mucho más lento..."

Hablaba enserio su deseo de torturar era mucho más vivida que el de placer, pero aun que dijera eso estaba atendiendo demasiado bien aquella hombría y apenas dejo unos segundo de brindarle tal placer que fue cuando apenas y pudo elevar un poco su cadera, su mano volvió a sentirse sobre aquella excitación, pero también haciendo que el roce abarcara su hombría a friccionarse con la ajena.

De momentos veía el camino borroso por la excitación que estaba sintiendo, su cuerpo buscando más de eso, del príncipe y su hábil cuerpo que estaba ahora tan pegado a él.

Movió una de sus piernas para que se rozara con las del príncipe.

Nos vamos a matar, pero qué importa. Se repetía, sin dudarlo ni un poco, ni lo de morir, ni lo de que no le importaba. Mejor morir joven y en acción.

Movió su rostro a un lado para lamer el cuello de Kitsune, sólo manteniendo un ojo sobre el camino, dejando una mordida en la piel blanca, fuerte, queriendo cobrarse algo de la sangre que el albino le había quitado antes, succionando la piel en puro instinto, como ahora hacía para manejar a la vez. No era que estuviera concentrado en lo uno o lo otro, era que su cuerpo, la inercia y el conocimiento previo le ayudaban, lo guiaban y le permitían reaccionar para ambos a al vez y, darte el control de todo eso a su cuerpo, olvidarse de su conciencia, era delicioso.

Provocaba que se arqueara hacia atrás haciendo que el volante se sintiera contra su espalda. era la sensación molesta de una estrecha distancia, pero a la vez eso provocaba a que se orillara a estar más cerca del otro sin importarle tanto los peligros que pudiera tener aquella carretera con ese juego tan excitante.

Se escuchó el crují del asiento cuando sus garras rasgaron estos a sentir su piel ser succionada con tanta fuerza, era casi seguro que esa zona se encontraba ya visiblemente marcada por aquella boca, alzo su cadera un poco antes de sentirse "resbalar" cayéndose sobre las ajenas, en un movimiento que podía simular ya la penetración lo que deseaba esos segundos y casi orillándolo a deshacerse de lo que no parecía agradarle.

Sentir el peso del príncipe en el volente... ah, ah, mala idea, ¡malísima idea! Era la advertencia que resonaba en su cabeza, pero la vista, la sensación era...

Gruñó cuando sintió el simulacro de embestida y no pudo más. Con el casi nulo control que le quedaba sobre el volante que estaba ya medio obstaculizado por el cuerpo del albino, hizo una maniobra para salirse a penas un poco del camino, quizás ni siquiera lo suficiente para dejar pasar a un auto grande, pero poco importó. Frenó con un rechinido horrible de las llantas que se desgastaban contra el asfalto.

Y, con un pie aun apretando firmemente el freno, se levantó un poco de su asiento, juntando más las caderas de ambos y casi subiendo a Kitsune al volante, buscando ansiosamente deshacerse de sus pendras inferiores, mientras le devoraba los labios a besos que se confundían en mordidas.

Su espalda se golpeo contra el volante cuando el otro freno de golpe, sus uñas rasgaron más aquel respaldo pero eso poco le importaba, soltó este cuando estuvieron "quietos" dejando sentir sobre la mejilla ajena su garra, antes de apoyarse más contra aquel volante que dejo de esta molestando su espalda por unos segundos.

Olvido decirle algo o cualquier cosa porque parecían más desesperado por continuar con aquella diversión, rompiendo en aquellos besos salvaje que causaba la fricción de sus dientes contra su delicado labio, sintiendo casi que estos se rasgaba, dejando así un cosquilleo agradable. Lo que el poco espacio permitió se movió para hacerse de aquella tarea que iniciaba el otro a buscar quitar sus prendas inferiores para hacer aquella unión que él también buscaba ansiosamente.

Busco un nuevo apoyo dentro del auto cuando alzo un poco más su cadera dejando así descubierto la parte más importante, movió su cadera hacía adelante buscando desatar aun más aquella bestia que parecía ser el terrano.

Estaba tan ocupado manoseando al demonio que poco le importaba el pequeño ardor que había dejado en su mejilla, porque lo estaba devorando a placer, tocándolo, explorando en su cuerpo, casi rasgando la ropa al no medir del todo su fuerza. No importaba, en el pero de los casos se quitaría su camisa y se la entregaría para que pudieran irse. Más exhibicionistas no podían ser que cogiendo a un lado del camino.

Mordió ligeramente la mandíbula, raspando la piel con los dientes y, sintiendo la ayuda extra del príncipe, una de sus manos fue hasta donde estaban ambas nalgas de Kitsune y las separaron usando los dedos índice y medio, mientras que su otra mano tomaba su propia excitación para penetrarlo cómo el espacio se lo permitía, quedando casi de rodillas en el asiento del piloto, empezando a moverse en el interior ajeno sin consideración alguna, escuchando cómo el claxón sonaba con cada una de las embestidas...

El aroma a auto semi-muevo, cigarro, llantas quemadas y sexo era suficiente para adormecer a su cerebro y dejarle el completo control a su cuerpo de una vez por todas. Delicioso... bestial.

Busco donde sostenerse a peder cualquier apoyo sobre el asiento o el cuerpo ajeno al menos en lo que su manos se refería, quedando de una mejor forma a esta abriendo para aquella cercanía que deseaba, sólo sentía el calor fundir su cuerpo haciéndolo sonrosar y no sólo para resaltar aquellas marcas ni siquiera había pensado en como había terminado su ropa.

Jadeo con delirio de placer a sentir aquel miembro palpitante profanarlo, el sonido de aquel claxon solo fue un silbido molesto en sus oídos que prefirió ignorar, empujando su cadera hacía aquella hombría, deseándola más profunda y debido a la posición podía ser tan placentero como apeteciera, estaba alimentándose de esa lujuria como el demonio que era.

Se mordió el labio rompiendo una vez más esto para sentir el sabor y tener el olor de aquel carmesí, pero eso sólo fue por culpa de aquel terrano que dejaba poco de su sangre fluir de aquel rasguño que le hizo en su mejilla, seduciéndolo a drogarlo con ese afrodisíaco… Al menos para él así era, lamió aquella mejilla siguiendo el corte en la última gotita cercana a los labios y no dudo a atraparlo para danzar una vez más con aquella viviente lengua.

En ese momento, el sexo era algo casi bestial, casi animal, bastante primario y primitivo también. Lo asía con fuerza hacia su cuerpo y sin consideraciones, egoísta, pero así parecía que eran ambos. Los labios los tenían hinchados de besos y mordidas, de profanarse uno al otro y el cuerpo, seguramente, lleno de marcas del otro, como si, más que tener sexo, quisieran destrozarse mutuamente.

Su respiración eran jadeos intranquilos, bufidos, de nuevo, animales. No estaba midiendo la fuerza de sus embestidas, aunque el cuerpo ajeno podía timar y mostrarse delicado a comparación de la masa de músculos que era él, además de la fuerza inerente a su condición de terrano.

Romperlo, ¿podía? porque no le preocupaba tampoco demasiado, no cuando su hombría estaba sintiéndose tan bien en ese túnel que lo recibía tan bien una y otra vez, estrechándose para darle más placer.

No podía soltar ni una palabra porque sólo podía gemir como un verdadero desquiciado, deseando mucho más de aquella hombría aun cuando ya lo penetraba tan profundamente, casi rasgando su interior, sentir ese firme miembro hundirse en su carne era tan delicioso, podía sentirlo perfectamente cuando su interior se estrechaba deseando detenerlo por completo en su ser.

Clavo sus uñas en aquellos hombros a sentir que golpeo un punto delirante en su ser, prácticamente había gritando a sentirse tan bien en el roce en aquel punto, sus ojos se nublaron en una lluvia de colores, estaba a poco de llegar a clímax, sólo un poco más y aun así sólo deseaba continuar sintiendo mucho mas aquel pene. Deseaba que lo rompiera y lo llenara, no sólo una si no más de lo que pudiera soportar su cuerpo.

Se había separado de sus labios y una de sus manos ahora jalaba algunos de los blancos mechones para poder comerse a mordidas su cuello, su largo cuello de cisne.

Lo mordió fuerte cuando él le clavó las uñas y no se detuvo mientras lo embestía, si acaso, se sentó en el asiento, atrayéndolo para que quedara sobre él y poder seguir penetrándolo, tomándolo fuertemente de las caderas y alzandolo y bajándolo hasta sentirse en lo más profundo que podía llegar, atacando al tiempo su pecho. Esa deliciosa piel lechosa lo tenía como adicto a ella.

Empujo prácticamente su pecho contra de aquella boca deseando que chupara y mordiera más, no le importaba que aquellas marcas pasara a resaltar como focos en un pavimento oscuro. Jalo los cabellos cuando sintió el golpe de calor bajar hacía su vientre y seguir mucho más hacía su hombría dejando aquella sensación de palpitación por el deseo cercano de liberación.

Dejo de seguir sólo el juego del terrano, sostuvo de nuevo desde el respaldo para poder alzarse el mismo, sentir aquel miembro casi abandonarlo para luego dejar caer su cadera, escuchando el sonido del contacto de sus cuerpo, el resonar de aquella lujuria a absorber esa parte caliente de la anatomía ajena, resonando de forma húmeda a causa de los residuos de su primer encuentro.

Su respiración soba a a bufidos mientras salía su aliento forzado por la nariz. Su boca, su lengua, sus dientes, estaban demasiado ocupados mordiendo y chupando uno de los pezones del albino.

Jadeó entre molestia y placer cuando el príncipe le jaló el cabello, pero eso no detuvo sus atenciones a su piel, pues si boca sólo cambió de tetilla cuando hubo dejado la otra roja e inchada.

Se separó de él con un suspiro y un hilo de saliva aun entre su boca y la otra piel cuando lo sintió moverse de esa manera y provocarle una sensación que podía, en cualquier momento, volverlo loco, se movió también para hacer notar más el impacto, sintiendo su propia esencia aun en las paredes lubricadas de ella y cómo algo de eso se escapaba entre las estocadas. El sonido de piel contra piel, el de un claxón y alguien gritando alguna grosería mientras se alejaba, el aroma en el auto y el de ellos dos.

Un poco más duro, un poco más salvaje en sus estocadas hasta que sus manos se quedaron dijas en esa cadera cuando lo hicieron hacia abajo. Los espasmos de su cuerpo y su eyaculación, clímax dentro del otro que salía en blanco. Un o de los mejores orgasmos que había tenido, sin duda.

Estaba completamente perdido su cuerpo estremecía por el cosquilleo en el, la tensión que surcaba en cada centímetro, la molestia de alrededor era por mucho ignorado que más daba que uno o dos se quejaran si lo estaba pasando tan bien, se mordió el labio cuando su cuerpo se tensó más a sentir la fuerte oleada de placer surca su ser.

No se había evitado clavar sus uñas en los hombro del terrano seguro ya se encontraba muy marcado por sus garras, pero no le importaba, estaba demasiado bien como para pensar en eso, aunque se notara menor su resistencia pero lo había disfrutado más que cualquier otro encuentro, ahora sentía su simiente mancha su vientre y su corazón ya dejando de latir tan fuerte.

Ahogo un grito cuando tras sentir su cuerpo más relajado el terrano lo lleno con su esencia, fue tan placentero que había provocado que su cuerpo reaccionara favorablemente a ello.

Los hombros, la espalda… en realidad casi todo de él estaba marcado ya por el pequeño principito que se había ocupado de dejarle líneas rojas de muchas de las cuales había manado sangre, aunque no de todas que se quedaban en rasguños o raspones.

Respiraba fuerte y marcado, hincando los pulmones y soltando el aire, mirando a la nada y después cerrando los ojos, con las mejillas ardiendo por su pequeño juego de antes, por… todo. Oía un ruido irritante afuera, pero no le importaba tanto, sólo… como siempre, quería disfrutar el momento de apreciable calma después del orgasmo.

Tanteo entre sus cosas, la cajetilla de cigarros y sacó uno de ellos, ofreciendo también uno al demonio con quien estaba, sin saber siquiera si fumaba o no y, cuando tuvo su respuesta, tanteó el encendedor para encender la pequeño cilindro blanco en su boca. El humo y la nicotina pronto llegaron a su cerebro.

Amaba esa sensación de… todo junto.

Estaba satisfecho por el momento, se podía relajar un poco, al menos hasta perder la sensación de aquel plazo, recargado contra aquel pecho, sintiendo la agitación de este que igual se calmaba como el suyo, negó al ofrecimiento, pero no le molestaba que lo hiciera el Terrano, sólo quería perder todas esas sensaciones.

Los sonidos de afuera volvieron a hacerse presente, era una sensación molesta, pero mejor ignorarlo, no debería de prestarle atención por ese instante, miro al terrano, era un peculiar personaje.

"Jaja... Veo que es muy creativo..."

Mordió cerca de su barbilla.

"Me tienda a desearlo como mi esclavo..."

Delineó los huesos de la espalda de Kitsune mientras se relajaba con el cigarro, los acariciaba y luego los tocaba como si se trataran de teclas de piano mientras tarareaba alguna tonada que le recordaba esos acordes.

"Yo siempre" dijo sin asomo de modestia, con la vanidad a flor de piel mientras exhalaba el humo del cigarro y lo volvía a poner entre sus labios con la mano libre, riendo por las cosquillas que le hacía la mordida traviesa del principito que más parecía un gato perezoso y satisfecho. "Pero como esclavo no sería tan divertido. ¿Dónde queda el reto de la caza y la doma?"

Apretó la estrecha cintura y, quitándose el cigarro de nuevo, mordió una de las mejillas.

"Así, salvaje, es más divertido, sin compromisos, ni ataduras... A menos que a Su Alteza le guste el bondage, en cuyo caso eso último se puede discutir"

Escuchaba sus palabras, era cierto era más entretenido de esa forma, pero también se podía perseguir a los esclavos cuando huían y sin duda alguna eso lo hacia mas excitante por el deseo de castigarlo cuando era atrapado de nuevo, aunque de hecho había muchas otras cosas que podía darle mayor diversión al asunto.

“Mm lo 'pensare'… Sin duda será entretenido, aunque más estudiamos si tu eres el atado…”

"Soy más sádico que masoquista."

Contestó sin más. Era muy vanidoso como para dejarse atar las manos y tener que aguantar que el otro jugara sin dejarlo participar.

"Me gusta ser protagonista y, la verdad, no me fío de la realeza, Alteza"

“Jaja, nunca esta de más que un sádico experimento los placeres de un masoquista.”

Comento con una sonrisa, lamió su oído antes de morder el lóbulo de este, haciendo apenas un leve rasguño con unos de sus colmillos.

“Que pena, sin duda se divertiría mucho.”

Lo miró a los ojos, ahora aquella idea se le había metido en la cabeza y algún día sin duda lo cumpliría.

"Te arriesgas a que me haga masoquista y te quite toda la diversión"

Se encogió de hombros, empujando ligeramente el hombro del príncipe, esta vez un poco irritado por el dolorcito que le había causado en la oreja.

"Pero veo que más que sádico, es canibal. ¿Cuál es su problema con la sangre?"

Sonrió.

“Para nada, aun en los masoquista siempre esta la sensación de dominar alguna vez…”

Lo miro a los ojos escuchando aquella duda.

“Es simple, la sangre transmite todos los sentimientos de los seres vivos, es una fuerte de energía pura, no sólo para conocer a los otros si no también un medio de excitación muy agradable.”

"No porque la princesa sea sadomasoquista quiere decir que todos lo seamos"

Torció la boca a la respuesta. Eso le parecía demasiado... ¡extraño!

"Los fetiches de los ricos son siempre muuuuuuuy extraños"

"Cierto puede que no todos, pero siempre esta la curiosidad, y ella es una 'buena' consejera."

Le comento con una sonrisa, el capta a la curiosidad siempre era una buena manera para provocar que alguien deseara experimentar mucho más, sólo era cuestión de enredarlo en una redes de manipulación lo demás era relativamente fácil, rió cuando escuchó eso.

"No es tan extraño, mm bueno tal vez un poco, pero es lo mismo con aquellos que le gusta su simple olor."

"Jajajaja, es porque no has oído que la curiosidad mató al gato. Créeme, lo hizo... y lo volverá a hacer"

A él la curiosidad, si no lo había terminado de matar, por lo menos le había costado un par de sustos y una que otra herida. Muchas experiencias agradables, pero también muchas, muchíiiisimas desagradables.

"En tu caso, princesa, parece que amabas cosas aplican"

Le dio una nalgada y sonrió.

"Vamos yendo. Se está poniendo muy ruidoso aquí"