¿Hermano?

Escuchó la puerta, pero al momento uno de sus guardias se movió para ver de quien se trataba e impedir el paso al intruso de ser necesario. Más de uno de los ángeles estaba aprensivo con tener a los demonios en casa, y el asunto del otro capitán... Todo estaba de cabeza.

Pero Cromwell vio la cabecita que reconocería en cualquier lado y, casi a la vez, pidió al guardia que le permitira pasar, él mismo empezando a acercarse a la puerta mientras el guardia abría para él ésta, permitiendo a los dos ángeles, sacerdote y "príncipe" encontrarse.

"Mi pequeño Nayi..." llamó dulcemente, invitándolo a acercarse "qué gracia me ha otorgado Solei ahora que te veo, mis labores me han consumido y apenas he tenido ocasión de encontrarme contigo"

Lo abrazó.

Buscó la carita de Nayi al escuchar eso, con la preocupación clara en su rostro mientras trataba de verlo.

"¿Cuál invitado?"

Rogaba internamente a Solei porque no hubiera sido Kitsune, aunque ese tipo de chicos, el tipo de Nayi, no parecieran su estilo... ¡Oh, pero eran el de Edreid.

"¿Alguno de esos demonios se atrevió a ponerte una mano encima?"

Intentaba hacerse una idea de lo que le estaba intentando decir Nayi pero... eran como un montón de partículas de frases, cosas a medias, un rompecabezas que no estaba seguro de poder armar.

"Tranquilo" pidió bajito y le tomó una mano guiándolo a algún puesto donde pudiera sentarse el pequeño ángel. "Siéntate y... dime qué pasó. ¿El te ofendió de alguna forma? ¿Qué cosas raras dijo?"

Veía el nerviosismo en las acciones del pequeño ángel y las palabras le llenaban de angustia. Otra vez esas palabras sobre el mundo, sobre conocer el mundo, ¿qué sabían realmente los demonios del mundo? ¿Creían que por pasarse por allí como nómadas conocían realmente el mundo? ¡Ellos no sabían nada! Por eran incapaces de detenerse a observar realmente lo que veían, a entenderlo, lo juzgaban bajos sus parámetros y su intinto de conquistadores malditos que querían colonizar con su suerte de... de filosofía barata...

¡Y hablar de Remil! Se atrevían ELLOS entre todos, de hablar de uno de los originales, ese ser que estaba siempre en boca de todos...

"Nayi... mi pequeño Nayi..." llamó conteniendo la molestia que sentía hacía los demonios para hablarle a su hermano suavemente. "No prestes oídos a las voces de los demonios que nos engañan, que tratan de poner duda en nuestros corazones..."

Suplicó acariciándole el cabello, con una mirada algo triste, pero comprensiva.

"Ellos te hablarán de conocer el mundo, pero es que ellos creen que el dolor y la infelicidad es el mundo, se han sumido en ese rencor desde tiempos ancestrales y llaman ignorante a todo aquel que rechaza su necesidad de sentirse infelices y dolidos. Tú eres feliz aquí, con tus hermanos, ¿no? Sabes que nosotros te cuidamos y tienes en brazos de tus hermanos un templo y un refugio puro donde puedes descansar de las dudas y las penas, porque todas las respuestas que necesitas están con los que te aman y tratarán siempre de protegerte, como tú proteges a los huevos que nos regala Yggdrassil... Los demonios cumplen con una penitencia, por haber nacido de la sangre ellos sufren en el alma como el cuerpo sufre enfermedades, son seres tristes y celosos y los ángeles que han creído en ellos, en la posibilidad de borrar toda esa disconformidad en su alma y dolor, sólo han sido arrastrados a esa misma desesperación y dolor....

"Si yo no deseo que nuestras razas se encuentren es para prevenir ese daño, ese dolor que no somos capaces de aliviar pero sí de sentir..."

Sonrió, pensando en hacer un ejemplo claro, y abrió sus alas para arrancar de ellas una de sus plumas, pidiéndole una daga a algo de sus guardias y, con ella, cortar la palma de su mano, haciendo una mueca de dolor por un segundo...

"Los ángeles originales fueron creados por Solei a partir de sus plumas, unas como éstas... Los demonios, de la sangre... Ambas cosas tienen su función y una belleza muy distinta, pero no por eso menos valiosa pero..." acercó la pluma a su mano sangrante, sin apretarla, sólo dejando que la sangre la manchara, ponto las barbas de la pluma se habían teñido de un rojo terroso y se habían pegado entre ellas "el más leve toque entre nosotros hace que perdamos todas esas propiedades que nos hacen buenos y útiles para el mundo, lo mismo para con los terranos. Por eso... si me lo permites, te daré escoltas para que cuiden de ti, para que se aseguren de que no pases más por esas incómodas reuniones, ¿eso te parece?"