Plumas...

Una sonrisa calma se dibujaba en sus labios como una de las más amables y satisfechas. Su ropaje oscuro contrastaba con apenas algunos detalles dorados, una corbata negra y una camisa amarilla bajo el traje de color oscuro. Sus zapatos negros, boleados y pulcros sólo presentaban un pequeño desperfecto... una pluma que había volado para descansar sobre ellos... y la gotita de sangre que cayó de ella.

Su gesto no fue más de que una pequeña sorpresa.

La luz apenas entraba en la habitación en la que se encontraba, en su mayor parte sumida en oscuridad, las plumas en el piso apenas podían apreciarse por pequeños reflejos de luz en sus puntitas que habían quedado pegadas por causa de un líquido que ahora, oxidado, coagulado, se veía más bien marrón y espeso. La sangre se distinguía sólo por ese penetrante aroma metálico y, de todo el ruido, se distinguía principalmente de de un sollozo ahogado, una figura en la esquina, ovillada, con el cuerpo agrupado y las manos y antebrazos tratando de cubrir la cabeza y el rostro.

Entonces surgió un sonido más, el de sus pasos, el de las suelas de sus zapatos negros contra las baldosas mientras se acercaba a la figura de alguien que no pasaría de la apariencia de un adolescente, descalzo y en pijama, que se ponía contra la pared cada vez que se acercaba.

"Parece que sí dejaste una mancha" La voz de Nebel salió con esa enfermiza calma cuando se encontraba ya a prácticamente nada de distancia del otro ser. Señaló su zapato y negó luego con su dedo índice al son de una tonadita en su garganta en reproche. "Mnh, mnh... Quizás deba enseñarte de nuevo."

-Cerrado-